La luz del sol se filtra entre las cortinas mientras yo me desperezo ante la idea de un nuevo día.
Parece que mi apnea del sueño no ha logrado matarme, (otra vez será).
Con los ojos aún pegados intento mirar el reloj, creo que son las diez.
Auno fuerzas para levantarme, cuando alegre, descubro que alguien se ha
despertado ya.
Una vigorosa erección me hace sonreír y me recuerda la soledad de mi
letargo. Si algo he aprendido con los años es que vale más un amanecer
borroso que un anochecer solitario, de eso no hay duda.
Subo la persiana y hecho un vistazo al mundo exterior, parece un día
tranquilo. Gente yendo y viniendo de sus casas o trabajos, jactándose de
sus maravillosas vidas sin saber que un “pervertido” los esta
observando desde su ventana mientras se acaricia el escroto y se rasca
el culo al mismo tiempo.
Aún somnoliento, me arrastro por el pasillo y me miro al espejo. “a
nadie le gustas” “eres feo y tu madre te viste mal” “ahora sonríe,
canalla”
Lo siguiente en mi lista de tareas… poner un disco. (Si, yo soy de esos que antes de desayunar pone música)
¿Que ponemos hoy? Bob Marley?, Led Zeppelín?, un poco de acid-jazz?
A la mierda, hoy toca “Tool”.
¿El volumen? Al veinte esta bien, que se jodan los vecinos.
La música comienza a sonar y en mi cuerpo se va restableciendo la
normalidad, ya estoy listo para un cafecito “hola Juan Valdés”. Pero
antes, la rigurosa meada matutina “siento que hoy va a ser un gran día,
el sol brilla, los pajarillos cantan y la vigorosa erección aún sigue
ahí”
Un momento, algo no me huele bien.
Oh mierda, el gato ha vuelto a cagarse en el lavabo, adiós virilidad.
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